El Centro Asturiano de Madrid lamenta profundamente el fallecimiento de Antonio Trevín, una figura clave de la historia reciente de Asturias, pero sobre todo, un amigo sincero y siempre cercano a esta Casa. La noticia de su pérdida, el pasado 23 de julio en su querida Llanes, ha sido recibida con enorme tristeza por el Centro, donde su recuerdo permanecerá siempre vivo.
Desde el cariño y la admiración que siempre le tuvimos, queremos rendir homenaje a un hombre que combinó la pasión por el servicio público con una profunda sensibilidad humana, y que mantuvo durante décadas un lazo genuino con la emigración asturiana y nuestras instituciones en el exterior.
Un vínculo que fue más allá de lo institucional
Antonio Trevín fue galardonado con la Manzana de Oro del Centro Asturiano de Madrid en 2018, en un acto memorable en el que su gran amigo Alfredo Pérez Rubalcaba fue el encargado de presentarlo. Aquel día, el Salón Príncipe de Asturias se llenó por completo para escuchar a un Trevín ya alejado de la política activa, pero lleno de la misma convicción de siempre:
“Comparto con nuestros emigrantes otro rasgo muy característico del asturiano: cuando nos trasplantamos, nos adaptamos muy bien al nuevo medio”.
No era solo un discurso: Trevín conocía de cerca la realidad de los asturianos repartidos por el mundo, a quienes visitó y apoyó desde distintas responsabilidades institucionales. Su trato afable, su cercanía y su interés genuino por la vida de los centros y casas de Asturias hicieron de él una figura muy querida en el ámbito de la emigración.

Su paso por la vida pública y por nuestra Casa no fue efímero: dejó huella en cada palabra, en cada gesto, en cada encuentro lleno de autenticidad. En el corazón del Centro Asturiano de Madrid, su memoria seguirá viva como símbolo de compromiso, honestidad y amor por Asturias.
Hoy nos envuelve una profunda tristeza por su ausencia, pero también un inmenso agradecimiento por todo lo que nos dejó. Nos queda el consuelo de haber compartido camino con un hombre bueno, un asturiano de alma entera y un amigo que supo estar siempre cerca, incluso en la distancia.
Hasta siempre, querido Antonio. Gracias por tanto.